lunes, 24 de junio de 2013

Cuentos beodos

Llevan un rato toreando a los coches que pasan por la carretera. La mayoría son menores de edad. Han salido a la puerta del bar con sus vasos de calimocho o de cubalibre. Algunos los esconden en la espalda cuando pasan parientes o amigos de los padres, que están cerca, sentados en la terraza de otro bar a la fresca de una noche de verano. Los chavales volverán a casa de día. Cuando se levanten de la cama, los adultos sestearán ya en el sofá delante del televisor. Tampoco comerá con la familia la muchacha que se recupera de un coma etílico en las urgencias del hospital, a donde ha sido llevada a medianoche por los amigos. El padre, que tiene un trabajo nocturno, no se enterará de lo ocurrido porque la madre prefiere evitar la escandalera. En el año 2012, los hospitales aragoneses atendieron 906 intoxicaciones agudas por alcohol. En 175 ocasiones, las personas asistidas eran menores. El tipo que empuja el carro de supermercado cargado con un tanque de vino apenas se tiene en pie. Participa en el desfile de las fiestas del Pilar y lo rodean compañeros que llenan continuamente sus vasos en el improvisado depósito. Desde la acera, un hombre se inclina sobre su hijo, le dice algo al oído, señala la escena y ríe abiertamente. Son historias verdaderas. La DGA prepara una normativa para impedir la entrada de menores a los grandes espectáculos en los que se distribuyan bebidas alcohólicas. Se habla mucho de prohibición y poco de prevención y educación, en una sociedad en la que incluso el consumo desaforado de alcohol es visto con enorme comprensión. 
Heraldo de Aragón - 23/06/2013

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