lunes, 10 de junio de 2013

Aguas duplicadas

Nada menos que 2.500 años después de que Heráclito dijera aquello de que en los mismos ríos entramos y no entramos, somos y no somos, viene el presidente del Real Zaragoza a desmontar la idea del todo fluye que se atribuye al filósofo griego: hace tiempo que el club aragonés remoja sus vergüenzas, una y otra vez, en las aguas permanentemente repetidas de la mediocridad. El diagnóstico de lo que le ocurre a la vieja sociedad deportiva está hecho y es, como se sabe, desolador, puesto que en unas pocas temporadas Agapito Iglesias ha laminado el prestigio institucional del club, lo ha lastrado con una deuda cercana a los cien millones de euros, ha terminado con cualquier atisbo de proyecto deportivo, ha convertido la cantera en un erial y ha provocado una profunda decepción colectiva en los miles y miles de seguidores que ven en el fútbol algo más que un juego y en el Zaragoza algo más que un club. Con independencia de su función adormidera, los triunfos deportivos provocan sentimientos generalizados de autoestima, porque son la representación de todo aquello que, en medio de una lacerante crisis económica, nos falta: modernidad, dinamismo, competitividad, éxito. No recuerdo quién dijo que el hombre no es otra cosa que lo que él mismo se hace. El Zaragoza es hoy una realidad construida a imagen y semejanza de su presidente, de manera que no cabe esperar que se produzcan cambios sustanciales en su trayectoria mientras su  propietario no se vaya. Claro que ¿dónde están los recursos económicos para hacer esto posible?  
Heraldo de Aragón - 09/06/2013

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