lunes, 29 de julio de 2013

Sucesos extraordinarios

El accidente ferroviario de Santiago de Compostela me ha hecho recordar aquel otro terrible suceso que hace ahora casi diecisiete años, el 7 de agosto de 1996, se cobró la vida de 87 personas en Biescas, cuando una gigantesca riada arrasó el campin Las Nieves. Los acontecimientos desmesurados se parecen entre sí porque producen estupefacción cuando se conocen y porque dejan un poso amargo de dolor, ausencia y soledad. Las noticias que en la tarde noche del pasado miércoles llegaban desde la curva de A Grandeira, en Galicia, han causado el mismo efecto desolador en los corazones de los hombres de bien que aquel goteo incesante de muertos que los enviados de los medios de comunicación nos transmitían desde las proximidades del barranco de Arás, al pie del Pirineo. Hace diecisiete años fue el bramido descontrolado del agua y el barro sobre los campistas lo que anticipó la dimensión de drama. Esta semana han sido las imágenes de vagones amontonados y hierros retorcidos, las carreras nerviosas de las asistencias, las que han dado cuenta de la naturaleza extraordinaria de lo ocurrido. Las heridas anímicas tardan en sanar más que las físicas. Mariano Rajoy se comprometía el jueves con los allegados de las víctimas mortales y con los supervivientes: “Quiero decirles a esas familias y a esos amigos que no van a estar solos”. Ojalá no haya que recordarle esa promesa más adelante, porque todos sabemos lo frágil que resulta la memoria política y lo largo que es el duelo de los afectados por cualquier tragedia.
Heraldo de Aragón - 28/07/2013

lunes, 22 de julio de 2013

Austeridad y transparencia

Buscando a alguien que reprodujera una antigua cajita de cristal, un artesano del vidrio me explicó que este tipo de encargos son caros porque es necesario fabricar un molde específico para una pieza única. Y añadió que, normalmente, solo las administraciones públicas hacen tales pedidos. En su nimiedad, esta anécdota sirve para recordar lo que nos ha pasado: ahora sabemos que el uso irresponsable del dinero de todos (en bagatelas  como la descrita o en aeropuertos sin aviones) ha sido una de las causas de nuestras estrecheces de hoy, la excusa para acabar metiendo la tijera en servicios tan fundamentales e imprescindibles de nuestro Estado del bienestar como la educación y la sanidad. Mucho me temo que la idea de regeneración democrática de que hablan tan a menudo los responsables de las instituciones y de los partidos es muy diferente de la que tienen los ciudadanos, que han visto de pronto desvanecerse un modelo de vida relajado. En realidad, la austeridad y la transparencia que mencionan los políticos en sus discursos pocas veces coinciden con la sobriedad, la moderación, la claridad y el juego limpio que son reclamados desde la calle a los actores de la vida pública. El empeño puesto por las Cortes aragonesas en mantener los esquemas de un debate tan anticuado como inútil sobre el estado de la Comunidad, como el que acaba de producirse esta semana, es otra forma de despilfarro. Y el silencio de Rajoy ante las últimas revelaciones del caso Bárcenas, una profunda falta de sensibilidad democrática.    
Heraldo de Aragón - 21/07/2013

lunes, 15 de julio de 2013

El dinero ocioso

Ha cobrado fuerza mediática una teoría conspirativa según la cual las últimas revelaciones del caso Bárcenas serían fruto de una conjunción de intereses. Los del extesorero popular, por supuesto, que presiona para salir de la cárcel y quiere vengarse de sus antiguos compañeros. Los que tendría un sector del PP, encabezado por la incombustible Esperanza Aguirre («limpiemos lo que está sucio», acaba de decir), para tratar de conseguir ahora lo que no logró en el congreso de Valencia del año 2008: destronar a Rajoy. Y los de Pedro J. Ramírez, movido también por este objetivo y por el de ejercer un poder político que iría más allá del que le otorga su condición de director de un medio de comunicación. Es posible que todos estos elementos hayan entrado en juego, pero como las acusaciones contra el Partido Popular (que se ha financiado irregularmente durante los últimos 20 años y que Rajoy y otros dirigentes cobraron sobresueldos en negro) son muy graves y verosímiles, aunque procedan de un preso, convendría aclarar lo que ocurre. La ciudadanía doliente está harta en general y la corrupción sigue siendo la segunda preocupación de los españoles tras el paro. Decía Bárcenas al juez Ruz a propósito de la fortuna evadida que no le «gusta que el dinero esté ocioso». El cinismo de la frase no oculta, más bien confirma, eso otro que escribe Antonio Muñoz Molina en su ensayo ‘Todo lo que era sólido’. Que el dinero «amedrenta y hechiza » y que «tiene el poder de comprarlo todo y de transformarlo todo».
Heraldo de Aragón - 14/07/2013              

lunes, 8 de julio de 2013

Causas generales

La mujer que con un gesto rápido vierte en una bolsa de plástico la media ración de patatas bravas que algún cliente ha dejado sobre una mesa, en la terraza del bar, no sabe quiénes son los dirigentes del PP y del PSOE andaluz que estos días pasados han coincidido en denunciar «una causa general» contra sus respectivos partidos. Carlos Floriano y Mario Jiménez, que así se llaman los políticos en cuestión, difícilmente se pondrán alguna vez de acuerdo sobre la forma de evitar que en este país se produzcan escenas tan desoladoras como la descrita, pero han reaccionado de manera idéntica a las actuaciones judiciales que tratan de desentrañar los escándalos Gürtel y Bárcenas, por un lado, y el de los ERE, por otro. A estas alturas, no vamos a sorprendernos de los intentos de descalificar a los magistrados que instruyen sumarios por corrupción, pero algunos políticos deberían mostrar más respeto a los ciudadanos, que sufren los efectos de una creciente fractura social. Para causa general, la que padecen millones de personas azotadas por una crisis de la que no son responsables y que se puede achacar, sin miedo a equivocarse, a quienes han antepuesto siempre el beneficio individual al bien común. La mujer que el miércoles pasado buscaba comida por las mesas de un bar de Delicias, en Zaragoza, es uno de los rostros de la desesperanza que Cáritas denunció a finales de junio, tras su asamblea general: una víctima más de un «modelo injusto», levantado «bajo el argumento de la racionalización del gasto y la sostenibilidad económica». 
Heraldo de Aragón - 07/07/2013

lunes, 1 de julio de 2013

Leyes fugaces

A Claudio, el protagonista de La borra del café, la novela que Mario Benedetti publicó en 1992, le gustaba observar el paso de la gente por la calle hasta el punto de que «tal visión panorámica –dice- llegó a convertirse, para mi inexperiente naturaleza, en un ejercicio apasionante». ¿Quién no ha disfrutado alguna vez mirando con atención y discreción a los demás, quién no se ha visto reflejado en ellos? Sin duda alguna, el examen atento de lo que ocurre a nuestro alrededor está en la base del conocimiento. Hay miradas curiosas, como la que describe el escritor uruguayo, que ayudan a adentrarse en los recovecos de la conducta humana. Y las hay filosóficas, matemáticas, científicas, artísticas, astronómicas, idealistas o prácticas, que han conformado en su conjunto  los cimientos de nuestro devenir histórico. En plena crisis, atisbamos con preocupación y con expectación las más tenues señales económicas, con la esperanza de que alguna de ellas sea por fin anticipo de recuperación. Con frecuencia, sin embargo, la observación se transforma en asombro, la contemplación en pasmo y la ilusión en escepticismo. Es lo que ocurre, por ejemplo, con la última reforma educativa. Es posible que la arrogancia haya llevado a Wert a pensar que España tiene por fin la ley de Educación que necesita. Pero una norma que nace sin consenso y que tiene enfrente a amplios sectores sociales y políticos está llamada a durar solo el tiempo que permanezca en el poder el partido que la ha aprobado. El ministro debería saberlo, a poco que analizara lo ocurrido hasta ahora.  
Heraldo de Aragón - 30/06/2013