lunes, 22 de julio de 2013

Austeridad y transparencia

Buscando a alguien que reprodujera una antigua cajita de cristal, un artesano del vidrio me explicó que este tipo de encargos son caros porque es necesario fabricar un molde específico para una pieza única. Y añadió que, normalmente, solo las administraciones públicas hacen tales pedidos. En su nimiedad, esta anécdota sirve para recordar lo que nos ha pasado: ahora sabemos que el uso irresponsable del dinero de todos (en bagatelas  como la descrita o en aeropuertos sin aviones) ha sido una de las causas de nuestras estrecheces de hoy, la excusa para acabar metiendo la tijera en servicios tan fundamentales e imprescindibles de nuestro Estado del bienestar como la educación y la sanidad. Mucho me temo que la idea de regeneración democrática de que hablan tan a menudo los responsables de las instituciones y de los partidos es muy diferente de la que tienen los ciudadanos, que han visto de pronto desvanecerse un modelo de vida relajado. En realidad, la austeridad y la transparencia que mencionan los políticos en sus discursos pocas veces coinciden con la sobriedad, la moderación, la claridad y el juego limpio que son reclamados desde la calle a los actores de la vida pública. El empeño puesto por las Cortes aragonesas en mantener los esquemas de un debate tan anticuado como inútil sobre el estado de la Comunidad, como el que acaba de producirse esta semana, es otra forma de despilfarro. Y el silencio de Rajoy ante las últimas revelaciones del caso Bárcenas, una profunda falta de sensibilidad democrática.    
Heraldo de Aragón - 21/07/2013

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