lunes, 22 de abril de 2013

Un tipo reincidente

El italiano Mario Draghi es un tipo condenado a resultar siempre antipático, especialmente a las clases medias y bajas de los países periféricos de la eurozona, España entre ellos. El presidente del Banco Central Europeo tiene tres obsesiones, cuando menos. La primera es que a las economías con problemas hay que exigirles rigor en la aplicación de los ajustes. La segunda, que es preciso mostrar contundencia en las sanciones a los países con déficits excesivos. Y la tercera, que no hay que ceder un ápice cuando se trata de reducir el salario de los trabajadores. Draghi no ceja en su empeño de reclamar la disminución de los costes laborales, incluido el salario mínimo interprofesional, que le parece excesivo. Lo repite como un mantra, desde su torre de marfil y desde la seguridad que proporciona un sueldo superior a los 374.000 euros anuales a salvo de peligros. La última vez que se ha referido a la «rigidez» de los salarios ha sido esta misma semana. Debería explicar lo de la austeridad a los más de cien mil ciudadanos aragoneses que sobreviven con menos de 250 euros al mes, según acaba de denunciar Cáritas, que recuerda una evidencia: la pobreza se extiende cada día más y se cronifica. La ortodoxia liberal a toda costa tiene estos riesgos, claro: pone en graves dificultades a amplios sectores sociales y empeora la recesión económica contra la que otra vez se piden más sacrificios. Desde el FMI, Lagarde, que el martes nos vaticinó un negro futuro, es partidaria de suavizar los recortes para no agravar la situación.
Heraldo de Aragón - 21/04/2013

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