Entre los muchos atractivos que atesora la
ciudad de Jaca uno de los más sobresalientes es el Museo Diocesano, en la
catedral de San Pedro, que alberga una de las más bellas colecciones de pintura
románica de Europa y otras destacadas muestras de arte medieval. Un recorrido
por las salas de ese centro, que justifica por sí solo una visita a la capital
de la Jacetania y que está dirigido por Belén Luque, llevará al viajero hasta
un pasado remoto que alumbró el primer estilo artístico europeo. Al mismo tiempo,
le permitirá sumergirse en una parte de la vida cotidiana de nuestros
antepasados. Citaré tres piezas: los frescos de la sala Bagüés, la verja de la
ermita de Iguazel y el capitel del Rey David y los Músicos, un delicioso ejemplo
de la rica colección de capiteles que atesoran las naves de la seo jaquesa. El
Museo Diocesano forma parte destacada de lo que podríamos denominar las luces
de nuestro patrimonio histórico y cultural, porque su existencia es fruto de
una serie de decisiones que, tomadas a tiempo, salvaron de la destrucción unos
cuantos conjuntos murales. Pero también existen sombras: las que arrojan otros
cuando retienen obras que no les pertenecen, como hace Cataluña con los bienes
religiosos del Aragón oriental, y las que proyectamos nosotros mismos, cuando
no prestamos a nuestro patrimonio la atención que se merece. Ya que hablamos del
románico, citaré la extraordinaria
portada sur de la iglesia de Santa María de Uncastillo, cuyo estado de
conservación reclama una atención urgente.
Heraldo de Aragón - 01/09/2013
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