lunes, 12 de agosto de 2013

Salarios


A bote pronto, es difícil aventurar hacia donde camina el mundo (ese  ascenso de los países del Sur que explicaba no hace mucho un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) ni las consecuencias últimas de los cambios en la estructura del poder económico mundial. Pero, incluso desde el rincón más alejado de los centros donde se sustancia ese poder, se puede intuir que la incapacidad del Norte para dar respuesta adecuada a la ruina económica tiene mucho que ver con su pérdida creciente de influencia planetaria, con el cambio de polaridad que tantos vaticinan. Después de largo tiempo, la persistencia de la crisis solo puede entenderse por la falta de acierto en las políticas que tratan de sacarnos del pozo. El FMI, que en junio pasado lamentaba el excesivo impacto de los programas de austeridad en el bienestar de los ciudadanos, da uno de sus conocidos bandazos y propone ahondar en la herida con una rebaja cierta de salarios, otra más, a cambio de una hipotética creación de empleo. La Comisión Europea, por boca de su vicepresidente económico, el finlandés Olli Rehn, se ha apresurado a aplaudir una medida que volvería a cargar los efectos de la recesión sobre las espaldas de las empobrecidas clases medias. Causa frustración que Europa tan solo haga planes testimoniales de estímulo al crecimiento y es muy lacerante que los ajustes, que tanto sufrimiento provocan, sean ideados por tipos que cobran abultados salarios y ven la riada desde sus despachos. Cómodamente resguardados en ellos.   
Heraldo de Aragón - 11/08/2013

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