lunes, 25 de marzo de 2013

Amarrados al cargo

Como todo el mundo sabe, Annette Schavan, ministra alemana de Educación, dimitió en febrero pasado por copiar su tesis doctoral años atrás. No es un caso aislado. La renuncia de la política germana tiene que ver con una manera rigurosa de entender la moralidad en la vida pública, de tal manera que aquella persona que no observa una conducta adecuada en el desempeño de su cargo y hasta en su vida personal es conminada a abandonar aquel. Ningún parecido con lo que ocurre en España. Aquí, no es solo la corrupción la que socava los fundamentos del sistema y mina la confianza de los ciudadanos en las instituciones, sino la ausencia de una respuesta adecuada por parte de los partidos políticos, que protegen a sus miembros frente a cualquier demanda externa de dimisión por muy justificada que esté. Resulta descorazonador comprobar cómo los portavoces de los principales partidos compiten a la hora de echarse en cara sus respectivas miserias y de qué manera retuercen el debate acerca del momento en el que un político pillado en falta debería dejar su puesto. O utilizan subterfugios como el empleado por Oriol Pujol, el secretario general de Convergencia Democrática de Cataluña, que se ha limitado a delegar funciones tras ser imputado por tráfico de influencias. En general, los ciudadanos de este país han dejado de justificar los comportamientos corruptos de los cargos públicos, como ocurría hasta hace poco en muchas ocasiones. Ahora, solo falta que las conductas improcedentes sean castigadas en las urnas.
Heraldo de Aragón - 24/3/2013

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