Heraldo de Aragón - 19/05/2013
lunes, 20 de mayo de 2013
Lamerse las heridas
Recordarán que el último barómetro del CIS, correspondiente
al mes de abril, volvió a poner de manifiesto el efecto demoledor que la
situación económica tiene sobre la credibilidad de la clase política. Los
ciudadanos la sitúan entre los principales problemas del país (en cuarto lugar,
tras el paro, la corrupción y los asuntos económicos) y los partidos obtienen
la peor nota (1,83 sobre 10) de una lista de instituciones en la que solo
aprueban la Guardia
Civil , la Policía y las Fuerzas Armadas. Los políticos
pueden, de este modo, seguir lamiéndose las heridas, lamentando la injusticia
de una descalificación generalizada o contraatacando con aquello de que, en
todo caso, la sociedad tiene los dirigentes que se merece. No deberían, sin embargo,
extrañarse de los desaires continuados que sufren en las encuestas oficiales.
Existe una larga lista de motivos para ello, empezando por su incapacidad para
dar respuesta al creciente agobio de una sociedad asfixiada por la crisis o
para pactar acuerdos que faciliten la salida del atolladero en que estamos. Lo
que el ciudadano ve cuando se socializa la culpa de lo ocurrido es que el cielo
se desploma sin remedio sobre su cabeza, mientras los responsables de las
instituciones parecen vivir a salvo de los agobios que causan la deuda y los
recortes. Cuando la clase política suspende barómetro tras barómetro, es porque
buena parte de ella se comporta, a ojos de los encuestados, como valedora de
los poderosos frente a una cada vez más depauperada clase media.
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