lunes, 10 de diciembre de 2012

Aquellos tiempos

En el trigésimo cuarto aniversario de la Constitución, defiende Rajoy una obviedad, la vigencia de la misma, y otra Pérez Rubalcaba al plantear su adecuación a los nuevos tiempos. La Carta Magna de 1978 continúa siendo un elemento fundamental en la convivencia de los españoles, pero está necesitada de algunos ajustes que solo serán posibles con un amplio consenso político y social. Lo que los dirigentes de PP y PSOE no han dicho, sin embargo, es algo que he oído estos días en boca de personas más sensatas. En el año 1978, los ciudadanos atravesábamos un momento mucho más difícil que el actual, pero a diferencia de ahora hubo entonces dos elementos que nos permitieron superar las dificultades: el convencimiento colectivo de que, ocurriese lo que ocurriese,  el proceso de democratización y modernización de España era imparable y la existencia de unos líderes políticos capaces y dispuestos a ponerse de acuerdo en lo esencial. Hoy, la desmoralización corre pareja a un creciente estado de malestar e indignación que podría acabar estallándonos a todos sin que quienes tienen el encargo de encauzar el futuro sepan orientarnos hacia él. La política se ha convertido en una ocupación fea que no hace más que acrecentar las diferencias sociales. Leo en este mismo espacio una columna de José Javier Rueda que habla del día después de la crisis: “Tras esta época oscura, o ganamos todos juntos o todos perdemos”, concluye. Por eso es tan irresponsable dejar fuera del sistema a más gente cada día.
Heraldo de Aragón - 9/12/2012

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